La balanza analítica es una herramienta de laboratorio que permite medir con precisión masas o líquidos extremadamente pequeños. Se utiliza comúnmente en los laboratorios de química. Su función principal y la razón por la que se creó es medir con precisión objetos que pesan menos de un miligramo.
Es prácticamente obligatorio para cualquier científico que trabaje en el campo de la química tener este tipo de balanza en su inventario, ya que es útil para la ciencia. Para realizar pruebas y experimentos con sustancias sólidas o líquidas que estarán expuestas a mezclas o cambios de temperatura, es crucial disponer de mediciones precisas de materiales en pequeñas cantidades.
Una de las principales características de la balanza analítica es que puede medir masas muy pequeñas, por debajo del gramo, por lo que es crucial mantener una interacción ambiental en cero. Esto se debe a que si recibe una brisa suave, el calor de la luz solar o el polvo, pueden afectar a la precisión del instrumento.
Por esta razón, el instrumento tiene una cubierta protectora, también conocida como estuche, que encierra completamente la estructura de la balanza y proporciona un entorno estable para pesar los materiales.
¿Cómo funciona?
Las piezas básicas de este instrumento son un sistema electromagnético, una fotocélula, un platillo y un electroimán.
A medida que se coloca el material en el platillo, la fotocélula lo detecta y los movimientos que realiza como consecuencia de los cambios de peso activan el electroimán para equilibrar la fuerza que ejerce la carga sobre el platillo. De este modo, la fuerza se evalúa, se traslada y, finalmente, se muestra en la pantalla electrónica.
Las balanzas analíticas modernas utilizan tecnología electromagnética en lugar de contrapesos, que eran la base del diseño original, para proporcionar un resultado preciso.